30 AÑOS DE ÁCIDO ARGENTINO: ¿30 AÑOS DE QUÉ?


En el imaginario colectivo sobrevuela la idea que el disco Ácido Argentino, el tercero de estudio de Hermética que fuera lanzado a la historia en el año 1991, representa ser la obra maestra de todo un corpus que forma parte del amplio espectro conocido como “heavy metal argentino”. ¿Por qué esto sería así? La respuesta es compleja y no es reductible a una sola dimensión de explicación.
Por un lado, desde el punto de vista técnico, presenta limitaciones visibles, o cuanto menos, atributos nada sorprendentes, incluso, en dicho corpus podemos encontrar varios ejemplos que en este sentido del asunto lo superarían con amplias creces. Desde el plano puramente comercial, también hallaríamos múltiples casos de discos de metal argentino donde el factor rentabilidad muestra estar en ventaja de forma notoria respecto a la placa que nos ocupa. Sin ir más lejos, en su momento, el propio “Víctimas del Vaciamiento” vendió más unidades que Ácido Argentino.
Entonces, ¿cuál es el factor que influye para construir dicho imaginario, o por lo menos, el visible del discurso dominante de la opinión pública?
La respuesta es simple: Ácido Argentino supo constituirse como una síntesis entre la rebeldía engendrada en la década del 80’, asumida como algo estético y estático en aquellos años incipientes de precaria democracia, y el visible escenario que se avecinaba con la irrupción en el inicio del menemato del segundo ciclo neoliberal en el país, donde la desmovilización popular, ya no tendría la facha y el clima de la época de los golpes de Estado de antaño, sino se ejecutaría con pedagogía colonizadora destinada a convencer a los sectores populares que la explotación es justa e inevitable.
Hermética, a través de cada tema de Ácido Argentino, no sólo logró describir de manera cruda, pero apropiada, la realidad del nuevo ciclo que se estaba instaurando, sino que se consagró como un espacio de representación de los hijos de los trabajadores que día a día veían a sus padres caer excluidos del sistema que proponía la ética neoliberal. Brindó voz, “a los que no teníamos voz”, como así también apertura para la intervención pública de los jóvenes en el contexto de las luchas sociales, en este caso, mediante el Arte de la Música, que recién terminaría con la insurrección popular de los días 19 y 20 de diciembre de 2001. No por nada Darío Santillán caía vistiendo una remera de Hermética en la represión en el puente Pueyrredón del año 2002. Ese ícono de resistencia era el resultado de toda una generación marginada en la matriz de la desesperanza que decía BASTA, al límite de poner el cuerpo y la sangre. Así nos había enseñado Hermética y Ácido Argentino. Así comenzaba a tener sentido cada estrofa de cada tema del disco.
La portada misma de Ácido Argentino, brinda un excelente resumen del discurso que desarrolla la banda a través de las diez canciones (no hay que olvidar que dos temas son instrumentales). La figura central que se lleva todas las miradas, a primera vista, es la del Tío Sam asfixiando al Estado Argentino, esto simboliza literalmente el rol del imperialismo norteamericano en la globalización e imposición de políticas neoliberales, mediante el mecanismo de la deuda externa y la penetración de capitales. A su alrededor se observan las ruinas de la industria nacional y las vías muertas de un tren que ha dejado de funcionar, producto de la desindustrialización; la clase obrera eternamente hambreada y las ollas populares de una nueva clase social que nacía como tal por aquellos años: los desocupados. Dentro de esa olla, y como símbolo de una patria agonizante, "los laureles que supimos conseguir" son revoloteados desde lo alto por los buitres de turno que especulan fríamente el momento exacto para devorar el cuerpo de una patria muerta a fuerza de golpes de Estado y vaciamiento sistemático. Completan el cuadro, por un lado, las Madres de Plaza de Mayo, símbolo máximo de la resistencia popular en tiempos del "no te metas", y por el otro, un representante de esos "pueblos nativos del suelo mío" que "fueron (y son) saqueados y sometidos".
No es menor resaltar que la tapa del disco fue hecha por un albañil de 55 años, a instancia de Ricardo Iorio, en palabras del mismo músico: “…es una especie de continuación del primer disco, pero trasladando todo a la época en que vivimos. El Tío Sam posando sobre los problemas argentinos, tales como las fábricas cerradas y las Madres de Plaza de Mayo, sólo por mencionar dos” (Revista Metal N° 184, enero de 1992, p. 22) En épocas donde retorna la desmemoria como herramienta para hacer política, donde los “vestigios de la libertad” (si, en minúscula), vuelve a “calzar gorro frigio por ser calvos” para ejecutar una nueva explotación a la clase trabajadora argentina, los conceptos impresos a fuego en el tema “Memoria de Siglos”, articulados con la iconográfica tapa descripta, adquieren especial relevancia y deben ser reconocidos en su auténtico sentido, es decir, el que denunciaba los vestigios de los resabios del sistema capitalista excluyente.
En definitiva "Acido" es una contundente definición de posición política frente a la clase dominante, constituida por el poder real de las elites económicas del sistema capitalista imperante y sus laderos del otro lado del mostrador devenidos en “políticos”. Por eso en sus letras se denuncian desde la explotación del hombre por el hombre ("donando sangre al antojo de un patrón/ por un misero sueldo") y la superestructura legal que la legitima ("la estructura emergente se tambalea/ en burbujeante orgia de magias negras/ el pobre envejecido sigue la procesión/ con silencioso instinto de privación") hasta el saqueo colonialista y la conquista de América que dieron origen a la etapa pre-capitalista. Todo ello, dándole voz al metalero argentino como sujeto social con identidad propia.
La consiga conceptual de este álbum fue clara: seguir junto al metal con este mensaje. La pregunta que nos interpela hoy es: 30 años después, ¿Cuántos de nosotros estuvimos o estamos a la altura de las circunstancias?
Este es el mayor legado de Ácido Argentino: proporcionar, hasta el día de hoy, la síntesis de la identidad histórica del heavy metal argentino, transcripta en el obrar de múltiples bandas -de ayer y de ahora-, músicos, medios de divulgación, colaboradores y, sobre todo, en el público que se resiste a que aquel espíritu combativo de la resistencia obrera desaparezca de la memoria colectiva del metal argentino.
Escritura Metalera a cargo de:
Salvador Gómez. Autor del libro: “Oxidarse o Resistir: Reflexiones desde la Intima Conciencia”.
Ariel Panzini: autor de los libros: “Heavy Metal Argentino. La clase del pueblo que no se rindió” y “Guerra, Justicia y Heavy Metal. Apuntes sobre la historia social del heavy metal”, entre varios artículos para el espacio Cultura Metálica (Feria del Libro Heavy Metal).